Más de Cuarenta

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miércoles, 14 de febrero de 2007

Jefes, no líderes.

Frecuentemente encontramos en los medios de comunicación avisos que nos "invitan" (pagando una costosa invitación, por cierto) a seminarios, charlas o cursos de liderazgo, a cargo de connotados gurúes que traen la última pomada que se ha puesto de moda en los países desarrollados. Tales eventos se llenan de ejecutivos bien trajeados y encorbatados, que aparecen ufanos en las páginas de la vida social.

Abundan también los manuales de auto-ayuda del tipo "Sea un líder en 21 sesiones", que las publicaciones periodísticas de economía y negocios venden a precios rebajados a sus suscriptores.

Pero ¿cuál es la realidad del liderazgo para el chileno medio?

La mediocre cultura empresarial chilena, impregnada todavía por conceptos propios del latifundismo de mediados del siglo antes pasado, entiende el liderazgo como atributo del jefe, del que manda o "el que corta el queque", por usar un chilenismo.

El líder, entonces, no es aquel visionario capaz de aglutinar esfuerzos, formar equipos, abrir sendas y ser el ejemplo de sus subordinados. Todos esos bellos conceptos de los cursos y textos pasan al tarro de la basura sin miramientos. La realidad pura y dura es que nuestros jefes son nuestros líderes "naturales", no por ser líderes, sino por ser jefes.

Enfrentados a una decisión empresarial visionaria, genial y provechosa que provenga de un miembro del equipo con reales capacidades de liderazgo, el grueso del cuerpo laboral siempre preferirá seguir el camino trazado por el jefe. Mal que mal, es el jefe quien te paga el sueldo y quien decide si el mes que viene podrás cobrar tu sueldo o tu finiquito.

Así es que, por lo menos a mí, no me vengan con cuentos ni ejemplos de liderazgo. Pónganme al mando de un grupo de asalariados asfixiados por sus deudas, desesperados por llegar a fin de mes con algunos pocos billetes (cuando no monedas) en los bolsillos, y les mostraré un equipo cohesionado, obediente y respetuoso. Les mostraré a una masa de borregos que siguen a un magnífico líder: al Jefe.

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